El malestar con el Covid-19
Viernes 20 de marzo acabo de volver del super
mercado a más de 8 kilómetros de mi pequeño pueblo, La Reducción, tuve que ir
hasta ahí porque las cosas se oscurecieron un poco para todos en la Argentina,
en Tucumán, en Lules y en el mundo. Para entrar al super esperé una hora fuera
del lugar (protocolo post anuncio de la cuarentena obligatoria por la pandemia
mundial declarada debido al covid-19). Demorada entre tantas personas quienes
me incluyo no respetamos la distancia recomendada de dos metros, me encontré a
una joven mujer con la cual el tiempo me peso menos. Hablamos de lo único que
se podía en este caso tan particular, el virus, dengue y Grabois asomo un poco
entre charla y charla.
¿Por qué tuve que escoger un negocio de Lules
centro y no uno de mi barrio haciendo caso omiso a las recomendaciones?
Básicamente porque los almaceneros aprovechando la coyuntura critica aumentaron
los precios de todos los productos alimenticios, de higiene y limpieza. Para
dar algunos ejemplos el jabón de tocador pack por tres, paso de costar cuarenta
pesos a cincuenta y cinco pesos, la mermelada en pote de plástico de 50 pesos
paso a setenta pesos y el litro de leche de 60 pesos, trepó a 100 pesos (todos
productos de segunda marca aclaro) ¿Qué se evidencia con esta situación? Las estructuras
de pobreza y evasión fiscal, un mercado sin ningún tipo de control y un Estado
municipal omiso en su responsabilidad de proteger a los ciudadanos-consumidores.
El corona virus se llevó puesto a los más
vulnerables entre ellos trabajadores informales y a los que ni techo tienen. A
menos de una semana de la entrada en vigencia del aislamiento social,
preventivo y obligatorio, el gobierno nacional tomo el toro por las astas y
dispuso un bono de 10.000 pesos en carácter de ingreso familiar de emergencia
para trabajadores independientes en situación de informalidad y monotributistas
de clase A y B entre 18 y 65 años que será compatible con la asignación
universal por hijo y por embarazo. Una medida social y económica en sintonía
con las políticas que se vienen desarrollando desde que El Frente de Todos
asumió el gobierno central. A nivel provincial las respuestas siguieron el
mismo flujo, policías por las calles, hospitales que solo atienden urgencias
febriles (dato corroborado por quien escribe debido a que el Jueves pasado me
corte el dedo y corrí a la guardia del hospital), fumigaciones por el dengue y cientos
de mensajes y fotos de nuestros administradores políticos en las redes sociales
promoviendo la solidaridad y la higiene desde sus cómodos sillones y pisos
lustrados. Si la exclusión en Tucumán fuera comunicada de la misma forma que
esta enfermedad algo hubiera cambiado en esta sociedad de castas y privilegios.
Los diarios en soporte digital pasan sus postales matutinas sobre personas,
lugares, pánico, miedo y angustia social e individual, otros apuestan por la
cultura recomendando sitios web de libros, museos y películas. Es hora de
repensar nuestra condición humana. Somos los responsables por lo que sucede y en
nuestra cooperación reside la clave para afrontar este y los demás desafíos mundiales,
principalmente la desigualdad en salud, trabajo, educación, acceso a la información,
a una alimentación adecuada, de género y a un ambiente sostenible.
¿Pero cómo afrontamos estos desafíos?
Las preguntas son esenciales a la hora de
comenzar con los quiebres sociales.
Música que escuche mientras escribía Luz
delito y Terraza del músico Wos.
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